lunes, 19 de diciembre de 2011

PRENSA. Entrevista a Shirin Ebadi, premio Nobel de la Paz 2003

Shirin Ebadi, primera mujer musulmana en recibir el Nobel de la Paz.- SOFÍA MORO. ("El País")
   En "El País Semanal":
ENTREVISTA: SHIRIN EBADI
"No basta con derrocar al tirano, hay que construir la democracia"

JAVIER AYUSO 18/12/2011

   La primera mujer musulmana en recibir el Nobel de la Paz, en 2003, se mantiene firme en sus críticas al régimen iraní y la manipulación del islam contra la mujer. Ni el exilio ni las amenazas le callan.

   "Lamento mucho que no hayan permitido que la corresponsal de EL PAÍS se quedara en Irán. El Gobierno iraní es enemigo de los periodistas". Ese es el saludo de Shirin Ebadi, mientras estrecha la mano del periodista y antes siquiera de sentarse para iniciar la entrevista. Lo dice en su lengua, el farsi, porque aunque entiende el inglés prefiere tener la conversación con intérprete.
   Ella sabe muy bien lo que es ser expulsada de un país. Desde hace dos años, Shirin Ebadi (Hamadán, Irán, 1947) no puede volver a su país. Sería encarcelada y nadie sabe cómo acabaría. "Un día antes de las elecciones de 2009", explica con tristeza, "salí de Irán para participar en un seminario aquí en España; desde entonces no he podido volver a Irán. La mayoría de mi familia está en Irán. Mi esposo y mi hermana fueron detenidos para presionarme y que volviera a Teherán. Ahora están en libertad bajo fianza, pero no pueden salir del país. El Gobierno dice que yo no he pagado mis impuestos del Premio Nobel de la Paz y ha confiscado todas mis propiedades. Han vendido mi casa y han acabado con las ONG que establecí. Además, recibo amenazas de muerte continuas".
   Dice que está en contacto diario con su familia y sus colaboradores en Teherán, pero no por teléfono o correo electrónico, que podrían intervenir, y asegura que es mejor no explicar cómo lo hace, porque cerrarían los canales. Desde entonces vive de ciudad en ciudad, de país en país, contando las atrocidades del régimen de Mahmud Ahmadineyad. "Vivo en los aeropuertos y los aviones", dice, "porque viajo 300 días al año".
   Shirin Ebadi ha sido calificada muchas veces como "la conciencia de Irán". Fue la primera mujer musulmana que recibió el Premio Nobel de la Paz, en 2003, después de una larga vida de lucha por la democracia y los derechos humanos en Irán. Fue la primera mujer juez en su país, en 1970, con solo 23 años, cargo del que fue expulsada en 1979, después de la revolución iraní, que acabó con el gobierno totalitario del sah Mohammad Reza Pahlevi y la llegada al poder del ayatolá Jomeini.
   "Cuando terminé los estudios de derecho", recuerda, "me hice juez porque pensé que así podría ayudar a que realmente se hiciera justicia en mi país. Y cuando llegó la revolución, me expulsaron de mi trabajo por ser mujer. Así que lo tuve que dejar y abrí mi propio despacho de abogado y decidí dedicarme completamente a las actividades relacionadas con los derechos humanos".
   Había luchado por la democracia en Irán y muy pronto descubrió que no basta con acabar con los dictadores, sino que hay que trabajar para convertir un país totalitario en otro democrático. "No basta con derrocar al tirano", dice con energía, "sino que tenemos que trabajar para establecer democracia. En 1979, el pueblo iraní tuvo su revolución, conseguimos echar a un dictador, pero desgraciadamente no llegó la democracia en su lugar, sino que llegó otro dictador".
   La entrevista se realiza el 21 de octubre, un día después del linchamiento del dictador libio Muamar el Gadafi, cerca de su ciudad natal, Sirte. "Esta es mi llamada de atención a los países árabes en los que se están registrando movimientos contra las dictaduras gobernantes: tened cuidado, no vaya a ser que después de tanta sangre derramada no se construya una democracia en estos países".
   En un hotel de Madrid, donde asistió a unas jornadas sobre El ser creativo, patrocinadas, entre otros, por el Centro de Innovación del BBVA, Shirin Ebadi se muestra cansada y, en cierto modo, desesperanzada sobre el camino que lleva el mundo.
   De todas formas, ayer cayó Gadafi en Libia, y ya lo han hecho los dictadores de Túnez y Egipto. ¿Cómo valora la llamada 'primavera árabe'? Yo no estoy nada de acuerdo con la expresión que se ha dado a este proceso de primavera árabe. Es muy pronto para decir que es primavera. Yo insisto en que no es suficiente con que se vayan los dictadores. En el caso de Gadafi, habría preferido que fuera detenido y juzgado por la Corte Internacional de Justicia. Para que se vea claramente qué es lo que ha hecho en estos 42 años. De todas maneras, ahora que ha pasado esa época, que han matado a Gadafi y ha muerto tanta gente, espero que no venga otro dictador en su lugar.
   ¿Cómo pueden afectar a Irán las caídas de los dictadores? Nosotros durante muchos años no hemos tenido relaciones con Egipto y después de la revolución egipcia ha empezado a haber contactos entre los Gobiernos. Con Túnez y Libia siempre ha habido relaciones y seguro que van a continuar. Solamente tendrá efecto sobre el resto si de verdad se consigue crear democracia en estos países. En ese caso, antes o después, podremos ver la democracia en Irán. Aunque realmente, lo más importante es Siria, que es como un muñeco en manos de Irán. Por eso el Gobierno iraní envió soldados y armamento para reprimir las protestas y matar a los manifestantes sirios. No hay que olvidar que en las manifestaciones en Siria se queman banderas de Irán y se pide que los soldados iraníes abandonen su país. Uno de los altos cargos del Ejército iraní, Moshen Rezai, dijo que Irán en sus relaciones internacionales tiene tres líneas rojas: Siria, Hamás y Hezbolá. Es una muestra de cómo Irán ha convertido a Siria en su brazo ejecutor. No hay duda de que si finalmente la población siria consigue derrocar a Bashir el Assad, ello tendrá un efecto directo sobre la política en Irán.
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